Bajo las escaleras mientras un sol muerto se muerde los labios.
La luna hoy no renacerá y en su lugar solo caerá una de sus lagrimas. Cubrirá los llanos desolados humedeciendo esta obscuridad.
Esta es una noche sepulcral que deja un manto gris de niebla y un cobijo negro y desamparado, tan frió como un páramo después de la batalla.
El chillido del viento cosquillea en mis oídos y penetra en mis huesos.
En las sombras se oculta algo.
Es arcaico.
Inmenso.
Su mirada pesa en mis hombros.
Me observa de cerca.
Flanquea mis pesadillas.
Camino sin un destino.
El suelo es más suave ahora.
A lo lejos escucho ladridos.
Veo algo en la distancia.
Son las luces de un pueblo.
Me apresuro.
El viento parece cortar.
Duele.
Quema.
Se siente solido y afilado.
Las luces que antes vi no son de un pueblo, están frente a mi, son velas, cientos de ellas rodean el lugar.
Hay seres enormes junto a mi.
No tienen rostro y aun así siento su mirada, afligida y condescendiente.
Uno de ellos toma mi mano y camina junto a mi.
Ya no estoy mas junto a las velas, estoy por encima, flotando cerca del techo.
En el centro del lugar hay un cuerpo inerte, es una imagen gris y borrosa. Una silueta bizarra y escalofriante.
Cientos de hadas vuelan a su alrededor y arrancan trozos de él.
El cuerpo comienza a tomar una forma mas familiar pero se torna mas aterradora.
el viento a cesado.
El tiempo es casi imperceptibles.
La razón me ha abandonado
El cuerpo ahora tiene un rostro.
Es perturbador.
Es obscuro.
Es mi rostro
Presencio mi propio funeral.
